Antes de nacer nacieron las vidas
de aquellos mercaderes de pasajes
a un mundo que es mejor, dicen las tripas
vacías de tu abundante linaje.
Te doy todo y me hipotecas un sueño,
pensó cuando la luna sonreía
y el mar le arrastraba por los restos
a un incierto desdén que amanecía
en Cádiz, en Las Palmas o en el fondo
de un oscuro silencio de salitre
donde no llegarán nunca sollozos.
Ahí está Europa la Grandiosa,
prepárate a curar tus cicatrices
con el cielo del Magreb en tu boca.
sábado, 28 de febrero de 2009
viernes, 27 de febrero de 2009
Obsesiones
Todos tenemos obsesiones. Algunos más que otro. Las hay de varios tipos. Podemos tenerlas de forma consciente, dándoles de comer asiduamente y dándoles el calor necesario para que vayan creciendo de forma amenazante provocándonos un temor interior a deshacernos de ellas que impide que accionemos el freno, lo que provoca, en última instancia, que se conviertan en una noria sin retorno de la que sólo podemos presumir de saber de su existencia o girar y girar en medio de nuestra propia negaciónde la evidencia. Por otro lado, existen otras que beben de la oscuridad, que se cobijan en la sombra de nuestras entrañas y sólo asoman la cabeza cuando menos lo esperamos, dejándonod con una incertidumbre que nace en la boca del estómago y se extienden de forma espiral hasta abarcar de forma plena todo nuestro pensamiento.
Yo tengo de todas formas y colores. Y soy plenamente consciente de ello. ¿Para qué nos vamos a engañar?
Una de estas obsesiones que pertenecería a las del segundo grupo gira en torno a la senectud. No puedo evitar experimentar una extraña zozobra cuando me paró a pensar detenidamente en la última de nuestras etapas en la vida. Me estremezco de miedo. Y es entonces cuando aparecen en mi cabeza mis dos lazos en vida con dicha edad: la Yaya y la Abuelita (las nombro como suelo llamarlas, y lo hago así porque me sale de los cojones). Es en estos pensamientos cuando comparto sus miedos, o los que creo que pueden ser sus miedos, cuando escucho el silencio de los segundos que pasan, las miradas a los escenarios estáticos, la espera. La situación de ambas es diferente. La Yaya está en una residencia y cada vez que lo pienso se me revuelve el estómago, detesto con todas mis fuerzas estos aparcamientos de seres queridos. Puede que tengan una función social en determinados casos pero en la mayoría de las ocasiones son soluciones fáciles y cómodas a la par que repugnantes. No quiero ni oír hablar en la posibilidad de que un día aquellos que me dieron todo pudiesen terminar sus días en una residencia. Lo dejo por escrito. No son cárceles, no, pero tampoco paraísos afrodisíacos. Cuando piso una residencia, que en los últimos tiempos suele ser de forma bastante asidua con el objeto de visitar a la Yaya, estas obsesiones se multiplican y me invade una pena compartida con un puñado de desconocidos con los que por momentos creo ver compartir algo que veo reflejado en la profundidad de cada una de sus miradas. Siento vergüenza por la sociedad en la que vivimos y me siento profundamente responsable por no hacer nada para cambiarla. Siento un profundo dolor difícil de describir.
Podría hacer mucho más por ella. Podría llamar mucho más a menudo a Abuelita, podría hablar más con ella cuando estoy en Calabrez... A la Yaya la llamo todos los días por aquello de que su soledad es más evidente pero... ¿hasta qué punto nuestras conversaciones no terminan siendo huecas?
Y tirando del hilo llego a otra obsesión, posiblemente a la madre de todas mis obsesiones: la soledad. O más bien, el miedo a la soledad. Es esa soledad de nuestros viejos la que me precipita en un abismo imaginario en el que me situó completamente en su yo más interior y me horrorizo. Lo cual no deja de ruborizarme de forma inevitable.
Tengo más obsesiones, muchas más, os hablaré de ellas cuando me apetezca.
miércoles, 25 de febrero de 2009
Historia de una maestra
Ayer por la noche terminé de leerme "Historia de una maestra" de Josefina Aldecoa. Un amigo, Mariano Gil (cantante de Tako), me comentaba en cierta ocasión que en un directo lo importante es empezar y terminar la canción bien que lo de en medio casi nadie lo apreciaba. Cierto es que lo decía con ironía pero dicha afirmación encerraba parte de una verdad muchas veces comprobada por los músicos. En una novela en cambio no sucede lo mismo y si empiezas y acabas muy bien, pero lo de en medio no esté a la altura corres el riesgo de aburrir al lector. Esto es un poco lo que le ocurre a esta novela. Aburrir no aburre pero no aporta nada nuevo. Es una novela de entretenimiento cuyos mayores logros son tener un prometedor comienzo y un final que consigue dejarte con los sentimientos a flor de piel.
Hay algunos pasajes que la autora los sujeta con alfileres y otros por los que directamente decide no pasar.
A mí me ha entretenido, pero sólo eso. Lástima que un tema con tanta miga como es el de los maestros durante la II República y su posterior persecución haya quedado tan poco plasmado. De todas formas si os apetece pasar un buen rato leyendo sin excesivas pretensiones, esta puede ser una novela mejor que muchas otras.
Hay algunos pasajes que la autora los sujeta con alfileres y otros por los que directamente decide no pasar.
A mí me ha entretenido, pero sólo eso. Lástima que un tema con tanta miga como es el de los maestros durante la II República y su posterior persecución haya quedado tan poco plasmado. De todas formas si os apetece pasar un buen rato leyendo sin excesivas pretensiones, esta puede ser una novela mejor que muchas otras.
martes, 24 de febrero de 2009
SONETOS SOCIALES ( I )
Que las nubes respeten tu camino,
que no se oxiden las risas, los llantos,
que silencie tu música los charcos,
que no broten las dudas del destino.
Cualquier esquina es el hogar perdido,
la flor seca del universo laso
donde esconder los miedos, los quebrantos,
donde prender el fuego de los vivos.
Viajas mientras Orfeo se atraganta
y cantas cuando él mira hacia atrás,
que pongan precio a tu lira seccionada
y te enriquezcas en fiestas de guardar,
mas las luces de neón serán tus hadas
cuando los cuentos cuenten la verdad.
que no se oxiden las risas, los llantos,
que silencie tu música los charcos,
que no broten las dudas del destino.
Cualquier esquina es el hogar perdido,
la flor seca del universo laso
donde esconder los miedos, los quebrantos,
donde prender el fuego de los vivos.
Viajas mientras Orfeo se atraganta
y cantas cuando él mira hacia atrás,
que pongan precio a tu lira seccionada
y te enriquezcas en fiestas de guardar,
mas las luces de neón serán tus hadas
cuando los cuentos cuenten la verdad.
lunes, 23 de febrero de 2009
Mirando hacia otro lado
Ella observaba el mundo a través del cristal de las lágrimas desconsoladas. Podía hacer cualquier cosa y nunca nadie se lo había dicho. Apartada, en un rincón de su habitación, hacía un ovillo de su cuerpo intentando esconder la cabeza entre las piernas para siempre, buscando no ver la realidad que sonreía.
Miraba a su alrededor y veía miradas de admiración mirando hacia otro lado, en otra dirección. Ella volaba, sabía tragar fuego y hablar del derecho y del revés la mayoría de los idiomas de este continente, había cruzado tres veces el Atlántico y dos el Pacífico (siempre a braza), nunca contaba nada acerca de la llamada que le hizo el Rey ni de las postales que le mandaba el Papa, tampoco le gustaba enseñar las fotos de aquel concierto privado que le hicieron a dúo los Doors y los Nirvana. ¿Para qué? Nadie la escuchaba.
Parloteaba en la mesa sobre algo importante que le había sucedido en el trabajo, había salvado la vida de un niño atropellado, pero todos atendían el cambio de una bombilla que con habilidad primitiva realizábase en otra habitación.
Nadie le había dicho que podía hacer magia con sólo quererlo, lo tuvo que aprender sola. Mas cuando lo supo y el mundo exclamo un sonoro ¡oh! de admiración, en su casa giraron la cabeza hacia ella con curiosidad y una disimulada sonrisa de escepticismo, se acercaron a la luz y quisieron alumbrarse con ella; fue entonces, sólo entonces, cuando ella sonrió para siempre mirando hacia otro lado.
Miraba a su alrededor y veía miradas de admiración mirando hacia otro lado, en otra dirección. Ella volaba, sabía tragar fuego y hablar del derecho y del revés la mayoría de los idiomas de este continente, había cruzado tres veces el Atlántico y dos el Pacífico (siempre a braza), nunca contaba nada acerca de la llamada que le hizo el Rey ni de las postales que le mandaba el Papa, tampoco le gustaba enseñar las fotos de aquel concierto privado que le hicieron a dúo los Doors y los Nirvana. ¿Para qué? Nadie la escuchaba.
Parloteaba en la mesa sobre algo importante que le había sucedido en el trabajo, había salvado la vida de un niño atropellado, pero todos atendían el cambio de una bombilla que con habilidad primitiva realizábase en otra habitación.
Nadie le había dicho que podía hacer magia con sólo quererlo, lo tuvo que aprender sola. Mas cuando lo supo y el mundo exclamo un sonoro ¡oh! de admiración, en su casa giraron la cabeza hacia ella con curiosidad y una disimulada sonrisa de escepticismo, se acercaron a la luz y quisieron alumbrarse con ella; fue entonces, sólo entonces, cuando ella sonrió para siempre mirando hacia otro lado.
domingo, 22 de febrero de 2009
DONDE LOS CUERPOS NO EXISTEN
Siento tu fuerza encima de mí
cabalgando salvaje y poseída,
arañando el placer inmediato,
la carne en ebullición.
Crezco, con los ojos en blanco, bramando
conforme busco bocados de un cielo
tan redondo y carnoso
como esos fresones que explotan
en tu dulce orografía
tiñendo de rosa pasión la yema de mis dedos,
poblando mi retina,
cubriendo la totalidad del firmamento;
conforme busco latidos de un mar
tan cálido y profundo
como el dulce abrazo prohibido
en el que muerdes mi espina dorsal
sin orden ni sentido.
Comienzo el camino electrizante,
destino: cualquier lugar,
siempre cosido a tu piel,
ardiendo como cada vez que te huelo.
Dejo paso a tu fuerza indomable
y al zarandear de mi conciencia.
Vuelves a caminar descalza
por encima de mi vientre buscando devorarme,
ahogando mi provocación,
dinamitando mi ser,
atentando contra la realidad absoluta
y catapultándonos sin freno
hasta aquel lugar que no se puede alcanzar,
hasta aquel tiempo que es inabarcable.
Donde los cuerpos no existen
es donde nosotros vivimos sin saber que morimos.
Donde los cuerpos no existen
es donde la respiración se torna fuego.
Donde los cuerpos no existen,
es donde la integridad nos envuelve.
Donde los cuerpos no existen,
es donde la ingravidez nos vuelve etéreos, sin miedos.
cabalgando salvaje y poseída,
arañando el placer inmediato,
la carne en ebullición.
Crezco, con los ojos en blanco, bramando
conforme busco bocados de un cielo
tan redondo y carnoso
como esos fresones que explotan
en tu dulce orografía
tiñendo de rosa pasión la yema de mis dedos,
poblando mi retina,
cubriendo la totalidad del firmamento;
conforme busco latidos de un mar
tan cálido y profundo
como el dulce abrazo prohibido
en el que muerdes mi espina dorsal
sin orden ni sentido.
Comienzo el camino electrizante,
destino: cualquier lugar,
siempre cosido a tu piel,
ardiendo como cada vez que te huelo.
Dejo paso a tu fuerza indomable
y al zarandear de mi conciencia.
Vuelves a caminar descalza
por encima de mi vientre buscando devorarme,
ahogando mi provocación,
dinamitando mi ser,
atentando contra la realidad absoluta
y catapultándonos sin freno
hasta aquel lugar que no se puede alcanzar,
hasta aquel tiempo que es inabarcable.
Donde los cuerpos no existen
es donde nosotros vivimos sin saber que morimos.
Donde los cuerpos no existen
es donde la respiración se torna fuego.
Donde los cuerpos no existen,
es donde la integridad nos envuelve.
Donde los cuerpos no existen,
es donde la ingravidez nos vuelve etéreos, sin miedos.
viernes, 20 de febrero de 2009
Literatura infantil
Acabo de comenzar un nuevo proyecto que nunca antes me había planteado: literatura infantil.
He recibido el encargo de escribir un cuento para niños, yo me encargo del guión y de todos los textos, mientras que de los dibujos se encarga un importante ilustrador aragonés: Edu Flores.
De momento tengo el guión en mi cabeza y ya he escrito las primeras páginas. Os puedo adelantar el nombre del protagonista: Diaño.
Será publicado en cuanto lo tengamos terminado y saldrá en tapa dura y papel reciclado. De lujo.
Os seguiré contando.
He recibido el encargo de escribir un cuento para niños, yo me encargo del guión y de todos los textos, mientras que de los dibujos se encarga un importante ilustrador aragonés: Edu Flores.
De momento tengo el guión en mi cabeza y ya he escrito las primeras páginas. Os puedo adelantar el nombre del protagonista: Diaño.
Será publicado en cuanto lo tengamos terminado y saldrá en tapa dura y papel reciclado. De lujo.
Os seguiré contando.
jueves, 19 de febrero de 2009
LAS MULTITUDES SON UN ESTORBO
No me gusta la gente,
detesto sus voces multiplicadas,
sus empujones, su histeria colectiva.
Despiertan mi agresividad más inmediata,
me vuelven irascible y provocan,
de forma efervescente,
mis malos sentimientos.
No los comprendo,
los veo
hablando por hablar,
haciendo por hacer,
mirando por mirar,
y no los comprendo.
Ni las falsas sonrisas, ni los cacareos,
ni el intento por ser lo que no se es,
ni los disfraces,
ni el mirar por encima del hombro,
ni el tornarse invisibles.
Los huelo, los oigo,
son un enjambre sudoroso,
informe y omnipresente
del que es difícil escapar...
casi imposible.
O me invaden,
o me aplastan, o me ignoran,
o me mastican con la boca llena,
o me escupen palabras huecas
sin ningún esfuerzo
como si quisiesen demostrar
la felicidad de su existencia.
A veces echo en falta
la compañía de un Kalashnikov.
Cada vez me queda menos vida
por delante
y sólo sé que no me gusta la gente,
nada más.
detesto sus voces multiplicadas,
sus empujones, su histeria colectiva.
Despiertan mi agresividad más inmediata,
me vuelven irascible y provocan,
de forma efervescente,
mis malos sentimientos.
No los comprendo,
los veo
hablando por hablar,
haciendo por hacer,
mirando por mirar,
y no los comprendo.
Ni las falsas sonrisas, ni los cacareos,
ni el intento por ser lo que no se es,
ni los disfraces,
ni el mirar por encima del hombro,
ni el tornarse invisibles.
Los huelo, los oigo,
son un enjambre sudoroso,
informe y omnipresente
del que es difícil escapar...
casi imposible.
O me invaden,
o me aplastan, o me ignoran,
o me mastican con la boca llena,
o me escupen palabras huecas
sin ningún esfuerzo
como si quisiesen demostrar
la felicidad de su existencia.
A veces echo en falta
la compañía de un Kalashnikov.
Cada vez me queda menos vida
por delante
y sólo sé que no me gusta la gente,
nada más.
miércoles, 18 de febrero de 2009
Madrid, Luter y una generación en ciernes
El pasado viernes viajé a Madrid en compañía de Isabel y Vanessa. Llegamos con la celeridad del que teme llegar tarde a algo importante, y es que actuaba mi primo el Luter.
Llegamos a la prueba de sonido a la hora acordada y nos saludamos efusivamente con los tres (Luter, Fauno y Jandri), que son como los tres mosqueteros, que en realidad eran cuatro, en este caso el cuarto es el inigualable Mata, manager entre managers. Conocimos a los Encrudo que me entraron a la primera por los orejas y me dieron buenas vibraciones en cuanto a personas (lo cual ya es buen síntoma con lo talibán que soy). Probamos nuestras colaboraciones, Isabel a la primera y sin problema (la muy asquerosa) y yo sin saberme la letra, cambiando la melodía y más nervioso que un niño descubriendo la mirilla del baño de su vecina.
La noche llegó así, sin avisar. Los Encrudo se me pasaron volando, muy bien. Cuando le tocaba a Luter yo estaba con las mismas sensaciones vividas cuando soy yo el que tengo que actuar, ¿será eso la amistad, la admiración o los lazos que nos unen? Todo.
Cuando me tocó pensé que no me acordaría absolutamente de nada, que sería un desastre, pero fue pisar el escenario y todo fue rodado... es que estos tres elementos me llevaron en volandas. Acabé de rodillas ante los pies del maestro.
Isabel, como siempre, voz impecable, sin ningún pero, hubo quien exclamó desde el público un "¡¡¡lo mejor del concierto!!!", supongo que en la frase iba también incluido su cuerpo. El día que se suelte encima del escenario, lanzaré su carrera en solitario y me pondré morao de ganar pasta.
Después alcohol y risas... y conocí a un personaje llamado Manolo que me sorprendió de verdad, nunca pensé estar en Malasaña hablando de mi libro de la Transición en Alagón... bueno en realidad nunca pensé que alguien que no fuese de Alagón se lo hubiese leído. Bendito inconsciente.
Al día siguiente... lo recuerdo todo pero me cuesta describirlo. Amigos, esa es la mejor palabra para ese día. Luter, Manolo, Fauno... nació la Generación Quimérica con importantes testigos presenciales; además gracias a la lectura en alto de varios poemas descubrí que uno de ellos (ese que tanto le gusta al Luter, "Las multitudes son un estorbo") estaba incompleto, había pensado acabarlo pero no me había acordado y lo había llevado a imprenta sin terminar.
Después por el Barrio de las Letras, cada vez más borrachos. No contaré más.
Y el domingo es el día de las despedidas. Mañana de resaca, después por los alrededores del Prado, al Café Gijón con el muy mejor amigo Manolo... Y muchos ratos de charla y esparcimiento que quedan por llegar.
Luter, cada día te quiero más (casi, casi podíamos hacer un bolero).
Llegamos a la prueba de sonido a la hora acordada y nos saludamos efusivamente con los tres (Luter, Fauno y Jandri), que son como los tres mosqueteros, que en realidad eran cuatro, en este caso el cuarto es el inigualable Mata, manager entre managers. Conocimos a los Encrudo que me entraron a la primera por los orejas y me dieron buenas vibraciones en cuanto a personas (lo cual ya es buen síntoma con lo talibán que soy). Probamos nuestras colaboraciones, Isabel a la primera y sin problema (la muy asquerosa) y yo sin saberme la letra, cambiando la melodía y más nervioso que un niño descubriendo la mirilla del baño de su vecina.
La noche llegó así, sin avisar. Los Encrudo se me pasaron volando, muy bien. Cuando le tocaba a Luter yo estaba con las mismas sensaciones vividas cuando soy yo el que tengo que actuar, ¿será eso la amistad, la admiración o los lazos que nos unen? Todo.
Cuando me tocó pensé que no me acordaría absolutamente de nada, que sería un desastre, pero fue pisar el escenario y todo fue rodado... es que estos tres elementos me llevaron en volandas. Acabé de rodillas ante los pies del maestro.
Isabel, como siempre, voz impecable, sin ningún pero, hubo quien exclamó desde el público un "¡¡¡lo mejor del concierto!!!", supongo que en la frase iba también incluido su cuerpo. El día que se suelte encima del escenario, lanzaré su carrera en solitario y me pondré morao de ganar pasta.
Después alcohol y risas... y conocí a un personaje llamado Manolo que me sorprendió de verdad, nunca pensé estar en Malasaña hablando de mi libro de la Transición en Alagón... bueno en realidad nunca pensé que alguien que no fuese de Alagón se lo hubiese leído. Bendito inconsciente.
Al día siguiente... lo recuerdo todo pero me cuesta describirlo. Amigos, esa es la mejor palabra para ese día. Luter, Manolo, Fauno... nació la Generación Quimérica con importantes testigos presenciales; además gracias a la lectura en alto de varios poemas descubrí que uno de ellos (ese que tanto le gusta al Luter, "Las multitudes son un estorbo") estaba incompleto, había pensado acabarlo pero no me había acordado y lo había llevado a imprenta sin terminar.
Después por el Barrio de las Letras, cada vez más borrachos. No contaré más.
Y el domingo es el día de las despedidas. Mañana de resaca, después por los alrededores del Prado, al Café Gijón con el muy mejor amigo Manolo... Y muchos ratos de charla y esparcimiento que quedan por llegar.
Luter, cada día te quiero más (casi, casi podíamos hacer un bolero).
martes, 17 de febrero de 2009
Libro de poemas
Queridos lectores, ya puedo afirmar que tengo completamente finalizado mi primer libro de poemas. Terminé de escribirlo el 31 de diciembre de 2008 pero hasta hoy no he terminado las correcciones. De hecho había uno de los poemas que había quedado incompleto y que no me dí cuenta hasta el pasado sábado en el momento en que lo leí en voz alta rodeado de buenos amigos. Ayer lo terminé.
Ós seguiré informando de la evolución del libro (edición, maquetación, impresión...).
Ya queda menos.
Ós seguiré informando de la evolución del libro (edición, maquetación, impresión...).
Ya queda menos.
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