Lisérgico guardián de catedrales
tu boca desdentada nos maldice,
en silencio por el bien de tus caudales,
deseando nos igualen las lombrices.
Te han cantado y pintado los poetas
en todo tiempo y lugar de la memoria,
tu parca podredumbre me atormenta
y me ahuyenta tu realidad, tu escoria,
¿acaso los harapos son espejos
que muestran cruelmente en su reflejo
las ciénagas podridas de mis tripas?
No hay lugar para ti en este mundo,
sólo existes mientras dura el disimulo
que en forma de limosna se disipa.
lunes, 2 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario